Por muchos años la idea de un “amor ideal” se ha perpetuado gracias a los medios de comunicación, la publicidad, películas y libros. Sin embargo, las expectativas de vivir una relación parecida a un cuento de hadas suelen desmoronarse con el paso de la realidad.
Las mujeres no necesitan de un príncipe azul para sentirse realizadas, los hombres no necesitan de una princesa para hacerse los héroes del cuento y las relaciones heterosexuales no son la única forma de amor.
Las bases del amor romántico
La manera heteronormativa en la que se estructura el amor romántico provoca que otras formas de amar sean invisibilizadas o discriminadas por no ser el típico estereotipo de hombre y mujer que se amarán para toda la vida.
Entonces, partiendo de que el hombre juega el papel de protector y proveedor, entendemos que tiene que existir un ser indefenso a quien proteger, este sería el rol de la mujer. Y desde aquí comienza la violencia pues, si no se configura de esta forma el esquema no existe un amor al cual aspirar, tiene que haber un hombre y una mujer que se aman y que cultivan ese amor romántico.
No existe cabida para las relaciones homosexuales, bisexuales, ni de cualquier tipo que diste de la heterosexualidad, esto jamás podría ser aprobado por un “amor romántico”.
Un estudio titulado “Mecanismos en la construcción del amor romántico” realizado en la Universidad Autónoma del Estado de México, concluyó que esta construcción determina los comportamientos aceptados para cada sexo, basándosebasandose en un sistema patriarcal, el cual le brinda un poder supremo a los hombres mientras subordina a la mujer.
A través de esta estructura, el hombre es incapaz de manifestar sentimientos o vulnerabilidad y tiene el control sobre las decisiones de la pareja o la familia, además de poder amenazar y violentar a la mujer, pues es su subordinada.
Y por supuesto que el amor romántico tiene que tener el final feliz de la familia, la cual es en realidad una institución en la cual la mujer tiene el deber de ser madre y criar a las o los niños.
Los mitos del amor romántico
Para hablar de mitos primero hay que conocer su procedencia, que en este caso es griega: “mythos”, que significa relato, cuento, leyenda.
A lo largo del tiempo han surgido diversos autores que han dado su propia versión del significado y las implicaciones del mito, por ejemplo Joseph Campbell afirmaba que una de las funciones del mito era apoyar el orden social en vigor, para integrar al individuo fundamentándose en un “sistema de sentimientos”.
Entonces los mitos son un conjunto de creencias que se han establecido en una sociedad que se reproducen continuamente y por ello terminan formando parte de una realidad, aunque están lejos de serlo.
De acuerdo con el libro “Los mitos del amor romántico en la cultura occidental” de Coral Herrera Gómez : “los mitos no permanecen invariables; cambian con las culturas, se adaptan realidades socioeconómicas y políticas que se consolidan gracias al apoyo del sistema simbólico y mitológico creado para sustentarlo”.
Los mitos en torno al amor romántico comenzaron en la época medieval y se consolidaron en el siglo XIX con la llegada del Movimiento Romántico.
Los mitos sobre este tipo de amor que son más destacados en la actualidad son:
- La media naranja: Cuando pensamos que en algún lugar del mundo está nuestra “alma gemela”, la cual encontraremos en algún momento para que nos complemente. Esta idea proviene del mito amoroso de Aristófanes, que supone que los humanos fueron divididos en dos partes que vuelven a ser un todo cuando encuentran a “su otra mitad”.
- El amor para toda la vida: Supone que si ya te has enamorado de alguien este sentimiento durará eternamente.
- Los celos: Los cuales son parte esencial del amor pues gracias a ellos las personas demuestran su supuesto interés por el ser amado, cuando en realidad es un acto posesivo y violento.
- El amor a primera vista: Se define como un “flechazo”, es decir, que sabes que te has enamorado solo con ver a esa persona especial.
- El amor duele: Pues en toda relación humana hay dificultades y si duele quiere decir que el amor está vivo, porque “los que se pelean se aman”.
- La omnipotencia: Prevalece la creencia de que “el amor todo lo puede”, a través del cual muchas mujeres toleran todo, incluyendo violencia porque se piensa que en algún punto gracias al amor superarán cualquier obstáculo.
- Solo te enamoras una vez en la vida: Claro está que si ya has encontrado a quien amar eso será definitivo, y si termina no volverás a amar a nadie más.
- Entrega total: Aquí toca dar todo de ti a la otra persona, adaptarse a ella, como una fusión que al final termina en codependencia.
Simplemente amor
A pesar de toda la carga social que existe en cualquier contexto, existe la posibilidad de decidir cuál es el tipo de amor que quieres vivir, si es el “felices para siempre “ o el que se construye con base en experiencias.
El amor no significa dolor, ni rendición ante la otra persona, el amor puede ser sinónimo de crecimiento y desarrollo personal cuando se encuentra el equilibrio con el ser amado. La eternidad es una utopía, es el día a día lo que crea una relación sólida, lo que hace que perdure.
Mientras que las personas que se aman decidan mantener un vínculo, será cuestión de acuerdos, discusiones y conversaciones, sin que exista la violencia y la dominación de por medio. Al final no tenemos que apegarnos a una definición políticamente correcta de lo que es el amor, simplemente hay que basarnos siempre en el respeto hacia la otra persona porque realmente no puedes amar a quien no respetas.
Es complicado después de toda la carga social que existe en el entorno sobre la idea del amor romántico el poder ser verdaderamente conscientes de estar cayendo en alguno de sus mitos pero algo que debe estar siempre claro es que nada que te este dañando física o emocionalmente puede estar relacionado con el amor.
El amor es una decisión, pues decides compartir con alguien más tu vida, no es una obligación, es algo que nace dentro de cada quien, no son ataduras, es la libertad de ser y estar, es complicidad y sobre todo es aprendizaje.
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