Tras un avasallador paso por los principales festivales del mundo y triunfar en Los Golden Globes, Emilia Perez se estrenará por fin en México en medio de la polémica y de un exacerbado rechazo popular que sólo ha incrementado las expectativas. Incluso se han lanzado iniciativas en plataformas como Charge.Org, solicitando desde «ni un premio más a Emilia Perez», y hasta que se cancele el estreno en México.
¿Es justificada esta ola de rechazo y odio a un película de la que todo mundo opina pero que pocos han visto en México?
Lo que dicen los detractores de Emlia Perez
Las principales voces en contra, esgrimen varias razones para funar este llamado «narco-musical». La mayoría de los críticos de ocasión, ni siquiera ha visto la película ya que actualmente sólo está disponible en Netflix Estados Unidos y como ya lo mencionamos, no se ha estrenado aún en territorio mexicano.
Para los indignados, resulta ofensivo que la película no sea realista. Según esta neo-inquisición, una película musical debe serlo. Y he ahí el primer prejuicio: Emilia Perez exhibe evidentemente a un México coreografiado, lleno de elementos kitsch y ofrece una deconstrucción de la realidad, para adaptar ese cuento de hadas trágico al formato de comedia-drama-musical.
Una película musical es en esencia, exagerada. En la vida cotidana no es natural que cualquier persona se ponga a bailar y cantar a de la nada la menor provocación como la Novicia Rebelde. En un musical, todo está sincronizado con las canciones. Pedirle a un musical que sea realista es contradictorio, por que además, y ese es un cliché usado por lo defensores de la película —pero lo voy a usar de todos modos— no se trata de una película documental, y el mismo Guillermo del Toro, quien pese a haber hecho carrera en Estados Unidos es Méxicano de cepa, ha salido justo a decir algo importante: «Es hermoso ver una película que es cine. Y nadie dice ‘cine’ como los franceses», aseguró en sus redes sociales —y ha sido linchado digitalmente por su ‘atrevimiento’—. «Los valores artísticos están ahí, es una ópera, es una comedia musical que no está hablando de una realidad sociológica» opinió la actríz mexicana Arcelia Ramírez en una entrevista para EXA.
En defensa de Emilia Perez, la película
Emilia Pérez, situada en México, aunque filmada en Europa, trata sobre un temido y sanguinario nlíder del narco que decide cambiar de sexo de hombre a mujer y de pronto decide ser una ‘buena persona’ y ayudar a encontrar a las miles de las víctimas de desaparición en México y a sus familiares. Improbable y absurdo, pero al fin, repetimos, no es una película realista, es un musical tal lo fueron Chicago (2002), que tampoco retrata el mundo carcelario de formas muy orgánicas que digamos. Se trata de una versión ligera y hasta idílica a la inversa, del mundo del narco, y ya series como Breaking Bad y Better Call Saul nos habían mostrado también a personajes como los sicarios gemelos o Lalo Salamanca, igualmente una caricatura del narco, y nadie hizo protestas.
Al contrario, acogió estas series como lo que eran: unas buenas historias de ficción.
No, Emilia Perez no está tratando de hacer cine realista. Si bien trivializa el problema de los desaparecidos como dicen sus ofendidos haters, es porque el formato así lo pide. La mayoría de los corridos mexicanos o neo-corridos ejecutados —no literalmente, que conste— hacen apología glamurosa del mundo del crimen organizado y los mismos que no soportan Emilia Perez no mueven un dedo y seguramente consumen esa música con una botella de Buchanans y un poco de tusi de por medio. La doble moral.
Los detractores de la película, no alcanzan a comprender que se trata de una película fársica, que retrata un problema sí, pero que lo hace en un formato lúdico y , aunque no lo parezca, sin el fán woke también se le ha adjudicado —en ese sentido, tanto la recientemente estrenada Cónclave se toma mucho más en serio ese papel con su Papa mexicano intersexual, y nadie dice nada—.
También se dice —según Charge.Org— que el filme lucra con las víctimas, cuando éstas son personajes circunstanciales y no leivmotiv. Lo cierto, es que la película es eso, puro entretenimento, sin afán de cambiar al mundo ni de denunciar nada. No todo el cine tiene esa obligación, y el activismo será deseado o no será. Quizás sí, sí pretende exhibir, muy a su mexican curious un momento triste en la historia de México, pero justamente eso hace el cine, y cuanto más los musicales. En los años 70 nadie se ofendió que Alan Parker recreara la hipotética caída del Muro Berlín vía el dramático soundtrack de The Wall de Pink Floyd; nadie debería ofenderse de que en pleno 2024 una película muestre una realidad filtrada, ¿no se trataba de eso el cine? ¿hay quien cree que lo pasaba en Game of Thrones era real?
“Si hay cosas que les parecen escandalosas a los mexicanos en Emilia, les pido perdón”, aseguró en una reciente entrevista para CNN el director Jacques Audiard. Esta jugada de Relaciones Públicas tiene una doble connotación. No está pidiendo perdón por lo que filmó, sino que realmente dice, ‘si se ofendieron, y les pareció escandaloso, no era mi intención’.
“Yo lo que quisiera decirles, es que ni siquiera estoy tratando de aportar respuestas. El cine no aporta respuestas. El cine solamente plantea preguntas y tal vez las preguntas que está planteando Emilia son incorrectas. Tal vez. A mí me parecieron interesantes y yo no quería ni quiero ser pretencioso”, continuó en la entrevista.
Emilia Perez se perfila para recibir múltiples nominaciones al Oscar, pero comercialmente, el estreno en México es de pronóstico reservado y esta campaña negativa, puede jugar en contra o a favor, pero no dejar indiferente a nadie.