El reciente éxito de Una película de Minecraft, revela que no hay fórmulas, que la crítica y el hype no son efectivos cuando enfrente hay un fandom gigantésco, y que el público infantil y juvenil, continúa siendo clave a la hora de crear un hit en taquilla.
Esto, nada más en su debut. Que se trate de la adaptación a la pantalla grande del videojuego más vendido en la historia, sin duda, dio confianza a los productores, sin que importe que en realidad la película sea tan mala. Simplemente no tiene narrativa, solo momentos y guiños hacia los 200 millones de jugadores activos que tiene el juego.
Lo cierto, es que no todas las adaptaciones de videojuegos han sido exitosas, y la live action de Super Mario Bros de 1993, fue un auténtico desastre tanto artístico como taquillero. Lo mismo la versión live-action de Double Dragon (1994), una película que según muchos críticos, nunca debió suceder. Un año después, la película de Mortal Kombat, dio un poco de aire fresco y si bien la cinta tampoco fue millonaria, sí representó un avance en cuanto a calidad de adaptaciones.
El film, que ya rompió el récord de una adaptación de videojuego que tenía previamente la pelícua de Super Mario Bros, ya dobló las expectativas: 157 millones de dólares en ventas de boletos en los cines de Estados Unidos y Canadá, y a nivel internacional, se espera que sume 144 millones de dólares adicionales para un debut global de 301 millones de dólares. Una década después, Alone in the Dark (2005) fue otro estrepitoso desacierto que reveló un dato que ya deben haber anotado los ejecutivos: lo más rentable es hacer adaptaciones de videojuegos, para niños.
Los estudios no aprendieron la lección, y en 2015 (al parecer esto va por décadas: cada 10 años repiten en error), lanzaron Pixels, una cinta en la que combinaban nostalgia por los videojuegos clásicos de arcade como Pacman y Tetris, con una película de invasión extraterrestre al estilo Día de la Independencia. El resultado, pese a tener a Adam Sandler como protagonista (o por eso mismo, quizás) fue un fracaso en taquilla y en crítica (18% de aceptación en Rotten Tomatoes), lo cual puso en aprietos de nuevo a los creativos que crecieron con el atari o el nintendo, y querían rendirle homenaje en sus guiones.
Llegó la actual década, y para streaming, se produjo Halo, serie animada totalmente adulta, que sí ha corrido con buena suerte. No tanto como Final Fantasy, la película que se anticipó a la IA y dejó una cinta más bien olvidable allá por el año 2001. Sin embargo, todas esas propuestas se tratan de reductos en un mundo donde lo taquillero, era el cine de superhéroes.
En 2025, se estrenó en Amazon Prime la serie animada Secret Level, una visión alternativa de autor, sobre los videojuegos, en capítulos unitarios bastante bien logrados y definitivamente para un público maduro que pueda soportar ver a Miss Pac-Man como una tirana devoradora de almas. La serie, no ha sido de las más exitosas ni mucho menos, pero abrió otro frente: las animaciones hechas para adultos, con temática sobre videojuegos retro, que al ser versiones libres, no dan pie a que los fans o geeks clavados, se sientan decepcionados de que el resultado no sea fiel al producto original.
Mientras tanto, Una película de Minecraft, que costó 150 millones de dólares realizarlo, ya es el filme infantil del verano, y su éxito es más letal que una manzana envenada para las aspiraciones de Blancanieves, que sigue en taquilla, pero que ya pinta para ser el fracaso de la década.
La película de Minecraft ya tiene ganancias reales: 163 millones de dólares en Estados Unidos y 313 millones a nivel mundial, cifras que la convierten en el estreno de cine más poderoso del 2025 y en la mejor apertura histórica para una adaptación live action de videojuego. El éxito llega en un momento crítico para Warner Bros., tras una serie de fracasos en las salas con películas como Mickey 17.