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Alien: Romulus | La película más dramática de la franquicia, sus posibilidades y decepciones

Alien: Romulus cumple, pero nos queda a deber. En este artículo te decimos en qué falló la película y qué es lo que la ha convertido en un éxito de taquilla.

Alien: Romulus, la no-secuela dirigida por el Uruguayo Fede Álvarez, nos abre una pequeña ventana a la calidad de Fede como director, pero nos deja con demasiadas ganas de ver lo mejor de su arte, que funciona con más precisión en películas indie como Don’t Breathe (2016). Lo cierto, es que asistí un poco escéptico a la única función subtitulada de la jornada en la Ciudad de México. Y a juzgar por los avances, ya sabía que veríamos algo similar a las anteriores entregas de Alien. Sobre todo la primera —y la mejor— película, la original, conocida en Latinoamérica como Alien: El Octavo Pasajero. Déjame contarte mis razones por las cuales me dejó con ganas de ver más de Fede Álvarez y menos de Alien como franquicia. Tal vez será la transición generacional o las ganas de que Alien: Romulus cupiera en la linea de tiempo de Alien, o el respeto que demostró el director uruguayo a mantenerse pegado a la historia. O tal vez simplemente es la nostalgia.

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Alien: Romulus. Foto: Cortesía de Disney.

Alien: Romulus se sitúa en medio de la mencionada Alien, estrenada en 1979 y Aliens, que llegó a las salas de cine en 1986. Alien, la original, es una auténtica cinta de terror de la que no se sabía mucho cuando se estrenó. Y ahí su virtud: el ente extraterrestre tomó por sorpresa a la audiencia mundial y dejó esa imágen inmpreganada en la memoria del público. Y como dice el propio Fede Álvarez, director de Alien: Romulus, «el terror es único, te hace ser niño otra vez.» Y para muchos de nosotros, esa era la expectativa. Queríamos de Fede nos lanzara de vuelta en el tiempo, a esa sala de cine de sillas incómodads de franela roja, con la incertidumbre de presenciar una historia nunca dicha.

La segunda parte, nuevamente con Sigourney Weaver en el papel de su vida como teniente Ripley, se trató más que nada de una película de acción con el horror cósmico ya dado por hecho y establecido en 1979 con la primera entrega. De las secuelas que trataron de establecer profunidad con los personajes no hay mucho mas que decir que dejarlas en el pasado, como perdonando el tiempo que nos robaron. Covenant, Prometheus y otras, digamos que fueron hechas con las buenas intenciones de contar una historia de origen, pero sin mucho filo ni material original.

Alien: Romulus: la trama

Alien: Romulus, homenajea al primer estreno original de Alien, y lo logra pero solamente a salto de mata y por supuesto con una mención honorífica y bien merecida al regreso del androide Ash en forma digital, dando un golpe de nostalgia profundo a los fanáticos de Alien, aunque a muchos no les guste. Pero más allá de eso, Alien: Romulus arranca con precisión de arquero, al ubicar a la historia en un planeta muy lejano en un futuro tecnócrata y sin libertad. El color negro cósmico, terrorífico, debería ser suficiente para provocar algo de desasosiego, pero funge únicamente como elemento decorativo. Le falta el ángulo teátrico para dar un emblema futurístico que integre a la clásica apertura cinematográfica del Alien original. Décadas mas tarde, ya en mis cuarenta, aún recuerdo el terror de lo inesperado.

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Alien: Romulus. Foto: Cortesía de Disney.

En esta nueva entrega de Alien:Romulus que quiere cautivar a la generación Z, los personajes son unos jóvenes zeta que pasan sus días trabajando para una empresa esclavizante que los condena a laborar en peligrosas minas custodiadas por tiranos burócratas. Sin más ni más y con decadencia cinematográfica, deciden rebelarse y robar una nave espacial que está a la deriva, con la cuál podrían viajar al idílico planeta Yvaga II, la tierra prometida. La alegoría al capitalismo salvaje que se está dando en nuestros tiempos con referencias claras a la inmigración forzada es clara e inescapable. Si Alien:Romulus se hubiese estrenado cerca de nuestro año 2000, Yvaga II podría haber ser Estados Unidos y sus protagonistas, inmigrantes latinos sin porvenir buscando el sueño americano.

Pero Alien:Romulus parece desplazado en el tiempo. Estrenar Alien: Romulus en el 2024, año el el cual el sueño Americano está tratando de ser secuestrado por billionarios tecnócratas que tratan de establecer tonos de holocausto sin sangre en los Estados Unidos de América para someter a poblaciones jovenes e inmigrantes a una vida bajo el mando de algortímos, parece más una versión anticuada de este American Dream más que una revolución para inspirar un cambio. Este ente Alien retoma tibiamente elementos de obras como 1984, la novela distópica de H.G. Wells sobre un mundo totalitario regido por un Gran Hermano. En este caso, un corporativo que condena a trabajos injustos a la población.

Alien Romulus: De qué se trata

Sin dar mucho a nuestros lectores, la trama muestra cómo el joven equipo en busca de mejorar su destino incursiona ilegalmente en la nave abandonada donde años antes había tenido lugar la primera aparición del alien. El elenco incluye a la protagonista guapa pero sin sustancia (extrañamos a Ripley). A su «hermano», un androide programado para protegerla; a un amigo y su hermana embarazada, lo cual se revela después y tiene mucha importancia en el acto final. Además, incorpora a un renegado que odia a los robots creados con inteligencia artificial porque uno de ellos dejó morir a su madre, trabajadora de una mina, aplicando la máxima de «sacrificar a una sola persona por salvar a una mayoría». Y a una chica ruda. Ese momento donde se aplica el llamado Dilema del Tranvía —que plantea como opción válida desviar un tren que mataría a una persona, pero que salvaría la vida de otras cinco—, en el que el androide toma decisiones éticas cuestionables, es uno de los aciertos de la película. Pero el guion no alcanza la profundidad necesaria y se queda en la anécdota ligera, incluso mucho menos lograda que con las películas I. Robot o la malograda I.A. una de las decepciones más profundas de Spielberg. Preferimos a Haley Joel Osment en la clásica cinta de The Sixth Sense y la linea que demarcó su carrera más que en el fracaso que fue este cuento de Pinocho creado con Inteligencia Artificial primitiva.

La dirección de arte sí desquitó su sueldo, ya que la ambientación futurista —que hasta eso, es una copia lejana y en un formato light a la estética Blade Runner del mismo director Ridley Scott— es buena. Incluso deja la sensación de que trasladar al alien a un contexto planetario pudo ser más interesante que volver a contar la historia del extraterrestre acechando en una nave espacial. Lo malo es que esta película ya la vimos muchas veces, y por más que esté a cargo a un director eficiente (Fede Álvarez) el resultado se queda a medias .

Lo malo de Alien Romulus: ¿su cast?

Otro error disfrazado de novedad fue poner como protagonistas a un equipo de chicos. Esto, en un afán de atraer, como ya lo mencionamos, a la audiencias jóvenes (sólo faltaron Scooby Doo y Shaggy) y de cumplir la cuota. Así, pasan lista la chica asiática asexual, un robot afromericano, una latina y un «chico malo». Y si nos ajustamos a lo que sabemos sobre la peligrosidad del alien, este equipo no tiene la minima posibilidad de sobrevivir ni 10 segundos de película y el final ya lo sabemos de antemano: nadie sobrevivirá, tan solo la heroína de la película. Tal como ya lo vimos hace 40 años en la primera entrega. Es más, la primera alerta es que, más allá de las licencias creativas, las acciones de los protagonistas no transmiten el terror que implicaría verse frente a frente con El Mal, es decir, el alien revelado tal cual y eso es lo malo (justo) de Alien: Romulus.

Rain Carradine (Cailee Spaeny), la mujer «de acción» de la historia lo hace bien con sus recursos (o sea, ella no tuvo la culpa de que la contrataran), pero carga con un guion lleno de resoluciones improbables. En la película, ella es un sensible joven de clase trabajadora, una huérfana que se dedica a la agricultura y que no tiene experiencias bélicas. Con eso en su curriculum es realmente poco creíble que de buenas primeras se convierta en una guerrera capaz de utilizar armas sofisticadas como si nada (el deus ex machina que justifica su expertise, es que «lo aprendió en internet», cuando todos sabemos que esos tutoriales son complicados hasta para aprender a armar una mesita de centro, cuanto más para usar como experta un arma vintage que lleva dos décadas ahí arrumbada en una estación espacial desmantelada). En todo caso suponiendo también que en el 2142, año en que se ubica temporalmente la historia, exista aún YouTube se la creemos 100% por ciento más al personaje de la precuela del Depredador, Prey (2023), una guerrera comanche que logra vencer al extraterrestre que puso en aprietos a Arnold Schwarzenegger en la cinta original de los 80.

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Alien: Romulus. Foto: Cortesía de Disney.

Alien: Romulus Lo malo de la película y secuelas, aunque esta no lo sea.

El eterno problema del que padecen muchas secuelas y precuelas —sobre todo las de terror— es que en sus antecesoras, una vez que se revelan cómo son los monstruos, el factor sorpresa se diluye y la sensación no vuelve a ser la misma jamás. Y eso es parte de lo malo de Alien Romulus. Sucedió con Freddy Krueger, quien en la película original Nightmare in Elm Street era realmente aterrador y luego, se volvió una caricatura (…y ya viene la nueva serie ¡ya dejen descansar en el infierno a Freddy, por favor!) cuando nos familiarizamos con su figura y el elemento del miedo a lo desconocido se pierde. Y sí, también sucede con el famoso xenomorfo, a nadie impresiona si ya lo hemos visto en 5 películas más donde hace exactamente la misma rutina. ¿Qué estos aliens no aprenden la lección? Siempre tropiezan de nuevo con el mismo asteroide. Sin duda, lo malo de Alien: Romulus (incluso la narrativa como de videojuego se le pasa, pero no que sea una mezcolanza de todas las películas previas).

Aunque, finalizando y para ser justos, en realidad sí hubo una pequeño cambio en estas máquinas orgánicas extraterrestres creadas para matar: una fusión de ADN alien con humano que al menos, presentó algo novedoso (aunque el ser que resulta de la combinación se parece mucho al monstruo del video clip de «Come to Daddy» de Aphex Twin) en este déjà vu cinematográfico que entretiene, pero que no trasciende.