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El impacto del COVID-19 en las mujeres y cómo resarcirlo

El impacto del COVID-19 en las mujeres y cómo resarcirlo

  • El impacto causado por la pandemia ha permeado todos los niveles. Sin embargo, las mujeres han sido una parte de la población más afectada.
Impacto de la pandemia en las mujeres

La contingencia generó un retroceso equivalente o mayor a una década en la participación laboral femenina. A un año de la pandemia, el impacto del covid-19 ha hecho notar la falta de acciones dirigidas por gobiernos y empresas para reparar el daño. Es imperativo promover una sociedad post-pandémica donde la mujer tenga un rol activo y central.

El impacto del COVID-19 en las mujeres

La contingencia derivada por la pandemia a nivel mundial tiene muchas vertientes: crisis sanitaria, impacto económico, transformación tecnológica; por nombrar algunos. Hay un factor específico que está siendo poco atendido por gobiernos y empresas: el efecto negativo en las mujeres laborando. 

Sabemos que la equidad de género no es una realidad en Latinoamérica. Sin embargo, Covid-19 amplifico esta imagen sobre un problema que ya conocíamos. Nos ha hecho ver que el machismo aún existe en todos los aspectos; demostrando que el mundo no está preparado para proteger a las mujeres ante una crisis. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la contingencia ha generado un retroceso mayor a una década en la participación laboral femenina. Te explicamos las razones: 

1. Bajas laborales

Las mujeres son más propensas a perder o abandonar su trabajo a partir de que inició la pandemia.

Debido a la complejidad para adaptarse, así como tener balance vida/trabajo, muchas se vieron orilladas a abandonar su trabajo. Desde 2020, las mujeres, especialmente madres, vieron aumentos en sus responsabilidades domésticas: educación de hijos, pérdida del espacio personal, cuidado, limpieza. Responsabilidades derivadas exclusivamente a ellas. 

Ya sea por despido o renuncia «voluntaria», las mujeres han sido las más afectadas en pérdida de empleos. En Latinoamérica y caribe, la participación laboral de mujeres cayó a 46% durante 2020 (52%, 2019); comparativamente, los hombres vieron una disminución los mismos años del 73.6% al 69% (CEPAL). 

Una de cada 5 mujeres a nivel global perdió su empleo durante 2020 (CEPAL). Esto ha sido especialmente grave para las mujeres en sectores enfocados al servicio (comercio, turismo, hotelería) y para las trabajadoras informales y/o domésticas; industrias manejadas principalmente por mujeres. Debido al cierre en lugares públicos y la urgencia por quedarse en casa, han perdido sus fuentes de ingreso (formales e informales).

En México, se estima que 70.4% de trabajadoras domésticas han perdido o reducido sus horas laborales debido a la pandemia. 

ONU Mujeres

Quienes no han perdido su trabajo, las reducciones salariales han impactado su economía. 32% de mujeres mexicanas con una reducción, reportan recortes arriba de la mitad; mientras que los hombres reportan una reducción del 20% al 50% (IMCO). Para las mujeres que son el sustento principal del hogar, esto ha significado estrés en su economía familiar. Poniendo en riesgo el acceso a servicios como salud, educación y vivienda básica. 

2. Responsabilidad del trabajo no remunerado

Desde siempre, las mujeres han sido las principales responsables del trabajo no remunerado en su núcleo familiar.

Aún cuando en 2020 el trabajo no remunerado aumentó para todos, las mujeres son las más afectadas debido a estereotipos de género. A consecuencia del cierre de escuelas y guarderías la responsabilidad recayó mayoritariamente en las mujeres.

Para las mujeres laborando, esto significó doble jornada laboral. Haciéndose responsables además del trabajo oficial, también de educar a los hijos, limpiar y cocinar. Incluso para algunas, implica cuidar familiares enfermos o mayores. 

Doble jornada laboral

Según la ONU, las mujeres :

  • Dedican el doble de tiempo a tareas doméstica que sus contrapartes masculinas.
  • Asumen la carga física y emocional asociada a mantener un hogar funcionando en esta “nueva realidad”.
  • Sacrifican, sus trabajos y necesidades personales, para atender casa e hijos. 

El problema se agudiza cuándo estas actividades no son reconocidas, ni valoradas. En un estudio hecho por la Universidad de Valencia, las familias encuestadas afirman repartirse el cuidado de hijos, siendo mujeres las que hacen tareas escolares y aseo. Mientras los hombres dedican su tiempo a jugar con los hijos, considerándolo un aporte al mantenimiento doméstico. Padres, esposos, hijos, difícilmente valoran el sacrificio asociado al mantenimiento del hogar, considerándolo una obligación de mujeres. 

3. Estancamiento o desaceleración del desarrollo profesional 

Para aquellas mujeres que continuan trabajando, quedan los retos provocados por la “nueva normalidad laboral».

El impacto del COVID-19 en mujeres es más notorio por el aumento del trabajo no remunerado, así como el cansancio que lo acompaña. Las empresas no han reconocido las nuevas necesidades de sus trabajadoras; exponiéndolas a desventajas competitivas ante sus compañeros hombres. 

70% de mujeres con afectaciones durante la pandemia, cree que su desarrollo profesional se verá afectado.

Deloitte

Muchas mujeres abandonaron parcialmente sus aspiraciones a un aumento salarial o nuevo puesto, enfocándose en su lugar a “sobrevivir”. Aun cuando mujeres son candidatas a nuevos puestos, han tenido que rechazarlo al verse superadas por sus responsabilidades domésticas. 

Mujeres haciendo trabajo remoto también presentan desafíos. Han tenido que dejar atrás sus espacios personales y recreativos para dar lugar a una “oficina” improvisada.  Ahora los límites que dividían trabajo y hogar son inexistentes. Además, el desafío por rendir cuentas a distancia, ha hecho a muchas mujeres sentirse más presionadas que antes.

46% de las entrevistadas por Deloitte, reportan sentir presión por estar en todo momento disponibles para trabajar (incluso durante horario no laboral).

Deloitte

Esto las ha llevado a sentirse abrumadas, cansadas y con burnout,  afectando también sus resultados laborales.  

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4. Salud mental y violencia doméstica

El cansancio físico y emocional por llevar dos turnos ha provocado en mujeres descuidos alimenticios, estragos en su salud mental y cansancio crónico.

Sentimiento de culpa por “no poder con todo” se ha normalizado en mujeres durante el confinamiento . Asociaciones con ser “mala madre”, “mala hija”, “mala esposa” y “mala empleada” traen consigo síntomas depresivos, estrés y ansiedad. 

Al priorizar su rol como “cuidadoras”, mujeres han relegado cuidar su salud, aún ante una pandemia global. Han sido principales responsables del cuidado familiar ante enfermedades; sin tener a su lado sistemas de apoyo que las cuiden. 

La violencia doméstica es otro aspecto importante a considerar. Durante 2020, en México fueron asesinadas 10.2 mujeres por día. Las llamadas al 911 reportando violencia tuvieron un aumento del 31% en comparación con el 2019 (SESNSP). Forzadas a quedarse en sus casas, las mujeres se volvieron más vulnerables al maltrato intrafamiliar.  

Es claro que Covid-19 mata mujeres y no precisamente por infección al virus. Los problemas mentales y violencia doméstica dejan ver una realidad machista y preocupante; sin ofrecer a sus víctimas sistemas de apoyo efectivos. 

Acciones para mejorar las condiciones laborarles de la mujer

La contingencia ha causado un daño devastador en mujeres, especialmente madres y cuidadoras. Para remediarlo, debemos detonar esfuerzos basados en equidad. Hoy, el mundo post-pandémico está cada vez más cerca, con vacunas disponibles, escuelas, oficinas, lugares públicos abriendo todos los días. Para reparar el daño causado a mujeres, se requieren acciones dirigidas por gobiernos y empresas.

Gobiernos

Se estima que en 2021, 118M de mujeres en América Latina y Caribe se encontrarán en situación de pobreza; 23 millones más que 2019 (CEPAL). Para prevenirlo, gobiernos nacionales y locales deben: 

  • Involucrar a más mujeres en espacios de debate público, participación política y toma de decisiones. Países con mujeres al mando, como Alemania, Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda y Taiwan, han logrado manejar la contingencia exitosamente. Estableciendo estrategias de recuperación según necesidades específicas para cada género. 
  • Colocar apoyos económicos y políticas de reactivación económica con enfoque a mujeres. Como: salarios de emergencia, compensaciones para trabajadoras informales, subsidios para renta y otros servicios básicos. 
  • Implementar redes e instituciones para la mujer. Como: capacitaciones a mujeres en sectores informales para aprender otra profesión, acceso a internet gratuito permitiéndoles trabajar desde casa. 

Empresas 

Estas deben tomar medidas agresivas para eliminar la brecha de género que existe en sus colaboradores. Deben dar a sus trabajadoras condiciones equitativas para que puedan laborar correctamente. Algunas estrategias que pueden implementar son: 

  • Reconocer y premiar el trabajo no remunerado. Detectar mujeres (y hombres) cuyas responsabilidad fuera del trabajo hayan aumentado y redistribuir equitativamente las cargas laborales. 
  • Realizar campañas de concientización dirigidas a hombres. Motivándolos a tomar un rol activo en las responsabilidades del hogar. 
  • Establecer políticas laborales con enfoque de género. Sobre todo para madres y cuidadoras: permisos para ausentarse, extensiones en entregas, recorte de horarios. 
  • Habilitar herramientas anti burnout y cuidado de salud mental. Respetar la desconexión en horarios no laborales, ofrecer servicio de terapia psicológica, designar momentos recreativos durante horarios laborales. 
  • Crear procesos de contratación enfocados a mujeres, buscando aumentar los porcentajes perdidos durante la pandemia. Eliminar sesgos, sobre todo para los CVs que presenten inactividad durante el último año. 
  • Habilitar coaches/mentores para guiar a mujeres laborando, que han sido impactadas negativamente por la contingencia. 
  • Cuando no existan escuelas o centros de cuidado abiertos, ofrecer acceso gratuito a guarderías y/o aulas. 

Son las mujeres las que mantienen funcionando los núcleos familiares, sociales, hasta laborales, aún ante las estructuras patriarcales en Latinoamérica. Ignorar sus necesidades sería dañino no sólo para su desarrollo si no para el desarrollo social general. 

El retroceso que trajo el impacto del Covid-19 es alto, está muy bien documentado, pero entenderlo es solo el primer paso. Hace falta mucho para empezar a reparar el daño e imaginar una sociedad post-pandémica donde la mujer tenga un rol activo y central.

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