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Maternidad en etapas: Historias de tres mujeres

Maternidad en etapas: Historias de tres mujeres

Tres mujeres, tres historias La maternidad en diferentes etapas del camino

Sin esas mujeres que nos trajeron al mundo, no estaríamos aquí. Pero, ellas también son seres humanos. Con errores y aciertos, han sido parte fundamental de lo que somos hoy en día. Por este Día de la Madre, te contamos la historia de tres mujeres, madres en diferentes etapas del camino enfrentando la maternidad como solo ellas pudieron hacerlo. 

Estos textos, son adaptaciones de entrevistas que tuvimos con tres mujeres distintas. 

Mi camino hacia la maternidad: un mar de emociones y miedos

Septiembre 2017, empecé mi maestría en EE. UU. y conocí a un chico que me gustó mucho, pero era tan tímido, que parecía que no gustaba de mí. Meses después, me atreví a darle un beso y empezamos a salir. Nos enamoramos locamente y llegó el momento de partir caminos. Conseguí un trabajo en Miami y él se quedó en Boston. Al principio fue duro, pero nos veíamos muy seguido, estábamos en el mismo país y vernos cada dos semanas no era difícil. Lo complicado fue cuando consiguió trabajo en Oslo y nos veíamos cada 4 meses. ¿Quién diría que eso iba a funcionar? Pues no funcionó. Es así que cogí mis maletas y me mudé a Noruega, dejándolo todo. Nos comprometimos y un año después nos casamos en Ecuador. 

Septiembre 2022, fuimos a una boda fuera de la ciudad. Me siento muy enferma y pasa más tiempo del que una enfermedad normal. Me hago una prueba de embarazo. Las instrucciones están en noruego y no entiendo nada. Dos líneas aparecen y le pido a mi esposo que lea las instrucciones. Mi cerebro no entendía lo que estaba pasando. Un par de pruebas más y finalmente lo confirmamos, estoy embarazada. 

Mi mente revolotea. ¿Cómo se hace esto de ser madre? Recuerdo todo lo que mi mamá me dijo alguna vez en la vida “cuando seas madre, entenderás”. Pero, la verdad es que no entiendo nada. ¿Cómo se supone que voy a cuidar a un ser vivo? ¿cómo hago para no generarle traumas? ¿cómo lo mantengo vivo? Todos los miedos vienen como una ráfaga de viento. Pero, al mismo tiempo, la alegría y las mariposas de mil estómago los hacen calmar un poco. Es lo que queríamos, un pequeño bebé fruto de nuestro amor. 

Mi camino hacia la maternidad un mar de emociones y miedos

Noviembre 2022, mandamos regalos a toda la familia para contarles que estamos esperando un pequeñín. Todos se emocionan locamente, es el primer nieto de ambos lados de la familia. Nos preguntan si tenemos una idea de cómo será: tal vez rubio con ojos negros, o moreno con ojos azules. También preguntan si ya sabemos el sexo. Tantas incógnitas para las que no tenemos respuestas. 

Empezamos a comprar las cosas para el bebé. Una cuna, un coche, ropa —medias que parecen para un bebé de juguete—, ropa de maternidad —porque al parecer mis pantalones empezarán a no cerrarme—. Todos nos empiezan a bombardear con “debes amamantar exclusivamente”, “los juguetes de apego son muy importantes”, “lo vas a criar con una religión”, etc. Tantas cosas que ni pensé que eran relevantes. 

Diciembre 2022, finalmente nos enteramos del sexo del bebé. Es un niño y se va a llamar Daniel. Es del tamaño de una granada ahora. Este pequeño hace que vomite todo lo que como, pero cada día es más fácil soportar los estragos del embarazo. Habiéndole puesto un nombre, hizo que todo fuera más real. 

Enero 2023, mi primer cumpleaños como mamá. Estar lejos de mi familia siempre es difícil, pero todos me llamaron e hicieron sentir más cerca de ellos. Mi bebé sigue creciendo y mi panza está cada vez más grande. Siguen pasando los meses y se acerca cada vez más el día en que conoceré a mi Daniel.

Abril 2023, durante el trabajo, me dan unos dolores en el vientre que pensé que no era nada. No paran y me asusto. Llamo a mi esposo y me lleva al hospital. Estoy en reposo unos días. Me asusto mucho, no sé si el pequeño está bien, si es que se adelantará o si algo más está pasando. Un par de días más tarde me dan los resultados: solo fueron unos músculos desgarrándose porque el pequeño está muy grande y se está posicionando.  Lo primero que pasa por mi cabeza es, “quisiera que mi mamá estuviera aquí conmigo”.

Mayo 2023, ya no falta nada para que el bebé nazca. Mi mamá viene en un par de semanas para ayudarme con todo. Como siempre, pretendo que no estoy preocupada ni asustada, pero “mami, me muero del miedo”. He hecho todo lo necesario para traer a este bebé a una familia feliz, estable y llena de amor. He estudiado todo lo necesario para ser mamá. Hago yoga prenatal, tengo todo lo que un bebé podría requerir. Sé que estoy preparada, pero eso no quita que me muera de miedo. Quiero ser la mejor mamá para este niño, así como mi mamá ha sido para mí. 

Estoy a pocas semanas de conocerte, pichi, y no puedo esperar. Convertirse en mamá es una montaña rusa de emociones, un nuevo mundo del que no se nada. No tengo la receta perfecta para la aventura que se viene, probablemente cometeremos muchos errores, pero pase lo que pase siempre podrás contar con tu papi y conmigo.

No puedo esperar a ver tu carita y abrazarte todos los días. 

Mamá te ama,

Nicole

La verdad sobre mi madre: descubriendo a la heroína escondida

La verdad sobre mi madre descubriendo a la heroína escondida

Cuando uno es niño ignora muchas cosas, que cuando se da cuenta —si es que se da cuenta algún día— le cambia todas las creencias fundamentales con las que creció. Esto me pasó hace unos años que me di cuenta quién en verdad es mi madre. Es triste pensar que no la conocí verdaderamente los primeros 20 años de mi vida. Pero, sinceramente, estoy agradecida de haberlo hecho en el inicio de mi adultez. 

Podría reconocer el olor de mi mamá en cualquier lado que vaya, es lo único que no ha cambiado en los 26 años que la conozco. Sin embargo, todo lo demás ha cambiado. Su manera de amar, de vestirse, de hablar, de entender el mundo, de cómo se presenta ante el mundo y ante nosotros.  

Soy la hija menor de una familia de 6. Vivíamos en una casita propia en un barrio muy lindo. Era una familia muy tradicional. Papá trabajaba y mamá pasaba la tarde, después del colegio, con nosotros. Siempre supe a lo que se dedicaba mi papá. Primero hacía zapatos, después trabajaba para una empresa de telefonía y finalmente fue constructor. Pero, nunca vi qué era lo que mi madre hacía. 

Nuestra vida cambió mucho cuando yo tenía 6 años, enfrentamos escasez económica, muerte de familiares y el hecho de que mi padre tuvo que vivir en otro país el 90% del tiempo, por trabajo. Mi mamá se quedó a cargo de todos, sin embargo, mi papá era mi héroe. Fue una época muy difícil, pero hizo que nos unamos mucho más como familia.  Eventualmente, mi papá regresó y toda la situación mejoró. Teníamos una familia perfecta. 

Tiempo después todo se derrumbó. Una infidelidad destruyó todo. Ahí es cuando empecé a conocer a mi mamá, durante un proceso de duelo y renacimiento, la reconocí como la protagonista de nuestra familia. Meses de sufrimiento, angustia, el no entender qué estaba pasando. Meses de cambiar todas mis creencias sobre el amor, las familias, los hombres, las mujeres. Meses en que, al ser la persona más cercana a mi madre, me convertí en su cuidadora. Me pedía consejos, siendo yo una niña de 18 años. Meses de ayudarla a sobrevivir una situación que nunca pensó vivir. Así, lentamente, llegar a verla fortalecerse y ser más fuerte que todas las personas del mundo juntas. Me di cuenta de que luchó porque ninguno de sus hijos se derrumbara como ella. De a poco, salir adelante por nosotros y por ella misma. Y sobre todo, soltar y perdonar. 

Recuerdo una conversación que tuve con ella, muchos años después, en la que me contó que estuvo sosteniendo desde atrás todos los sueños, proyectos y negocios de mi papá. Todo el tiempo, hacía malabares para sacarnos a flote. Muchas veces ella ganaba más que mi padre, pero nunca dijo nada. Callaba por no disgustarlo y, si bien los dos eran buenas personas, no fue el mejor matrimonio. 

Ahora, mi mamá dice lo que opina. Si la conoces, muy probablemente vas a querer contarle todos tus problemas y buscarás consuelo en ella. Es una persona emprendedora, que saca negocios hasta de debajo de una piedra. Una persona demasiado positiva y con fe de que el mundo es bueno y que la gente buena existe. Una soñadora, loca por conocer más, empática, que está orgullosa de quien es. 

La verdad sobre mi madre descubriendo a la heroína escondida

La primera vez que la reconocí fuerte fue la primera vez que viajó sin mi padre. Mis hermanos y yo estábamos asustados y la cuidamos más que a una hija. La llevamos dos horas antes de lo necesario al aeropuerto, hicimos que repase todo lo que debía hacer para llegar a sus vuelos, le hicimos el check-in, todo. Pero no fue necesario, ella pudo sola y es más, conoció más lugares que nunca antes, se permitió ser ella. Y nosotros, por no conocerla, no creímos que lo lograría. 

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Ahora, veo tanto de mí en ella que antes no sabía de dónde venía. Antes no me conocía del todo, porque no conocía a mi madre del todo. Ahora que sé que ella siempre fue la heroína escondida, puedo ver el mundo y verme a mí de una manera completamente distinta.

Te amo mamá, 

Martina

Maggy: Una vida dedicada al amor y al servicio de los demás

La abuelita maggy, como te dicen mis hijos. Bisabuela de tres niños, abuela de 17, madre de cinco, hija de una. Recuerdo verte recostada en tu cama, tomando tu infaltable siesta después del almuerzo. Quién diría que esa fue la última vez que presencié esa escena. Ya no estás, te fuiste y estoy segura de que fue por tristeza. 

Maggy Una vida dedicada al amor y al servicio de los demás

Pasaste toda tu vida pendiente de otras personas. Primero, naciste segunda en una familia de 9 hermanos, la primera hija mujer. Siempre pendiente de tus hermanos, y al vivir en épocas un poco más machistas que las actuales, siempre encargada de ayudar en la casa, servir la comida, lavar los platos.

Después, conociste a un hombre bueno, pero un poco travieso, al que ayudaste a cambiar su vida y se convirtió en el hombre de la tuya. Se casaron, lo cuidaste y velaste por siempre hacerlo feliz —y él te hacía la persona más feliz del mundo—. Te convertiste en madre y tuviste 5 hijos —yo la primera de ellos— y no dejaste de cuidarnos ni un segundo. Siempre fuiste estricta, nunca sentí que podía contarte todo lo que le contaba a mi papi. Pero esa era tu manera de educarnos, preocupada por que crezcamos y seamos adultos buenos. Y si, lo lograste mami, llegamos a adultos y tuvimos nuestros propios hijos y tú, con papá, se convirtieron en los mejores abuelos para los niños. 

Maggy Una vida dedicada al amor y al servicio de los demás

Finalmente, cuando ya no debías cuidar a nadie, mi padre enfermó. Estuviste a su lado y le ayudaste todos los días, todas las horas, todos los minutos. Me decías que para ti no era difícil, lo amabas con locura y sabías que él haría lo mismo si fuera al revés. Una enfermedad que causó que vivan un tiempo lejos de la familia, que hizo que la mayoría de sus últimos años la pasen en su casa. Una enfermedad que ató a mi papá a una máquina de oxígeno, que no podían ir de visita a nuestras casas y que por muchos años nos tuvo esperando lo peor.

En medio de todo esto, te diste cuenta de que tu mamá no podía seguir viviendo sola y la llevaste a vivir contigo —mi abuelita que ya tenía sobre los 100 años—. Quedaste a cargo de dos personas que dependían mucho de ti. Y si, las amabas, vivías por ellos, pero ¿y tú? ¿Qué pasó con tu sueño de viajar a Jerusalén con todos tus hijos y nietos? Hiciste todo por el resto, pero no paraste a pensar en tus sueños. Ya no tenías la energía que antes y, aun así, mantenías vivas las tradiciones y en días como ese que te vi dormir después de almuerzo, preparaste una fanesca para toda la familia, mínimo unas 30 personas. Esa siesta era tu único momento para ti. 

Lentamente, la luz de mi papá y mi abuelita se apagaron, tu razón de vivir. Junto con ellos, la tuya se fue apagando. Te fuiste tan de repente, creí que tenía más tiempo contigo. Me arrepiento de no haber pasado más tiempo junto a ti, suponer que el trabajo o cualquier otro evento era más importante. Me pone triste saber que no pude decirte nada de esto, pero sé que de lejos, estás escuchándome junto a papá. 

Te extraño y te amo, 

Eliana

Cada relación con nuestras madres es distinta, pero de una u otra manera solo queda decir:  ¡Gracias, Mamá!

Ahora es tu turno, cuéntanos sobre tu mamá, ¿qué quisieras decirle en un día como hoy?

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