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Desmitificando Vacunas COVID-19: Realidades, Mitos y Beneficios

Desmitificando Vacunas COVID-19: Realidades, Mitos y Beneficios

  • En la historia de la medicina siempre han surgido mitos sobre los nuevos descubrimientos. Conoce los mitos y realidades sobre las vacunas COVID 19, siéntete seguro de la aplicación.
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La única forma de predecir el futuro es entender el pasado; 2020 ha sido un año marcado por la innovación y el emprendimiento y la necesidad de proteger a la población obligó a la industria de la biotecnología a innovar como nunca antes para desarrollar vacunas contra el Coronavirus SARS-COV2, agente causante de COVID 19.

Pero, ¿cómo saber si éstas tecnologías y vacunas derivadas son seguras y efectivas? Vamos a tratar de responderlas de manera clara y precisa.


Vacunas COVID–19: Mitos y realidades

¿Es verdad que el virus Coronavirus SARS-COV2 fue creado en un laboratorio?

En múltiples publicaciones de revistas prestigiosas como Nature Medicine señalan que la “información genética muestra irrefutablemente que el SARS-CoV-2 no proviene de ningún virus previamente usado”.

¿Es imposible crear y distribuir las vacunas COVID 19 en menos de un año?

La urgencia por desarrollar una vacuna contra COVID-19, ayudó a subsanar inconvenientes financieros, burocráticos y de voluntariado. No se han omitido ninguna de las fases, solo se agilizaron los procesos.

¿En cuántas personas se han probado las vacunas COVID 19?

La cantidad de voluntarios inscritos para probar los diferentes protocolos de estudio, para las 3 vacunas más avanzadas superó los 90 000 sujetos (44 000 de Pfizer/BioNTech, 20 000 de Oxford y 30 000 de Moderna).

¿Es muy riesgoso aplicar la primera vacuna?

La evidencia disponible hasta el momento es bastante favorable; es ingenuo pensar que ahora todo estará bien, el desarrollo de la vacuna no ha terminado aun y toda terapia puede mejorar así que solamente la prueba del tiempo dirá el resultado final.

¿Las vacunas tienen efectos negativos?

La medicina es una ciencia natural, no una ciencia exacta; es un juego de probabilidades donde médicos y pacientes debemos decidir entre lo que es mejor. Cuando te presentan una opción con más del 95% de probabilidades de efectividad para prevenir la enfermedad y menos del 1% de desarrollar fiebre o dolor en el sitio de la inyección; creo que la elección es segura.

¿La industria farmacéutica solo busca ganancias?

Claro que busca generar ganancias, es un negocio. Sin embargo, en el caso específico del desarrollo de las diferentes vacunas contra COVID-19 la industria ha manifestado que lo importante son las personas; mas allá de la ganancia. El avance científico lo logran las personas, respaldadas por empresas.


Héroes y villanos de la medicina moderna

En la historia de la medicina, como en la vida misma, han existido héroes y villanos. Dentro de los primeros destacan el Dr. Jonas Salk quien en 1952 crea la primera vacuna contra la poliomielitis y el Dr. Albert Sabin creador de una segunda vacuna, más fácil de distribuir y administrar. Iniciando la batalla contra una enfermedad milenaria con consecuencias devastadoras: desde discapacidad motora hasta la muerte. Está vacuna se administró a la población infantil a partir de 1955. En pocos años los casos de parálisis en los Estados Unidos disminuyeron considerablemente; de 15 000 a principios de los 50s a menos de 10 para mediados de los años 70s. En 1994 la OMS declara la región de las Américas como libre de polio.

Por otro lado, Andrew Wakefield en 1998 para la revista médica The Lancet presume una relación causal entre la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubeola) y el desarrollo de autismo y problemas intestinales.

En su momento supuso una controversia y dio lugar a que múltiples investigadores trataran de replicar los resultados sin éxito. Levantó sospechas de fraude, conflictos de interés y falsificación de resultados; comprobados por el periodista Brian Deer en una serie de publicaciones para el periódico inglés “The Sunday Times” entre 2004 y 2010. Poniendo en evidencia que Andrew Wakefield había pactado un acuerdo para demandar al gobierno inglés por los efectos de la vacuna MMR; incluso antes de realizar el estudio, y que tenía en desarrollo una alternativa a dicha vacuna patentada por él mismo. The Lancet se vio forzado a retractarse de la publicación y Wakefield perdió sus derechos para ejercer medicina en el Reino Unido, aunque sigue activo defendiendo sus propios resultados.


Mitos sobre la vacuna contra el Coronavirus SARS-COV2, agente causante de COVID–19


Mito 1:

El virus fue creado en un laboratorio para después vender las vacunas

Esta teoría tuvo su apogeo a mediados de septiembre y fue inventada por el virólogo Li-Meng Yan y su equipo; apoyándose en la idea de que un virus con las características del SARS-CoV-2 debía ser creado en un laboratorio. Sin embargo, múltiples publicaciones de revistas prestigiosas como Nature Medicine señalan que la “información genética muestra irrefutablemente que el SARS-CoV-2 no proviene de ningún virus previamente usado”.

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Mito 2:

Es imposible crear y distribuir una vacuna nueva en menos de un año

Una de las cosas que nos ha enseñado este año es que lo imposible es solo una ilusión. Ciertamente el período para probar y distribuir una nueva terapia, en especial una vacuna, es bastante largo, en ocasiones de 7 a 10 años. Esto se debe mayormente a problemas de financiamiento, burocracia y dificultad para reclutar voluntarios para probar la vacuna (grupos con tratamiento, grupos con placebo y grupos de control). Sin embargo, urge el desarrollo de una vacuna contra COVID-19 y estos inconvenientes han sido subsanados efectivamente. Sin omitir ninguna de las fases, solo agilizando, los procesos. La cantidad de voluntarios inscritos para probar los diferentes protocolos de estudio, para las 3 vacunas más avanzadas superó los 90 000 sujetos (44 000 de Pfizer/BioNTech, 20 000 de Oxford y 30 000 de Moderna).


Mito 3:

Es muy riesgoso aplicar la primera vacuna, mejor me espero a que pase tiempo

Esta es una situación que dependerá del criterio de cada persona. La evidencia disponible hasta el momento es bastante favorable; es ingenuo pensar que ahora todo estará bien, el desarrollo de la vacuna no ha terminado aun y toda terapia puede mejorar así que solamente la prueba del tiempo dirá el resultado final. Habiendo dicho esto, les aseguro que en cuanto esté disponible iré corriendo a aplicarme la vacuna, al igual que mi esposa, mis hijos, mis padres y toda mi familia.


Mito 4:

Las vacunas tienen efectos negativos

Pues… sí, pocos muy pocos, al igual que cualquier otro agente biológico tiene riesgos. La medicina es una ciencia natural, no una ciencia exacta; es un juego de probabilidades donde médicos y pacientes debemos decidir entre lo que es mejor. Las opciones no son siempre bueno o malo. Sin embargo, cuando te presentan una opción con más del 95% de probabilidades de efectividad para prevenir la enfermedad y menos del 1% de desarrollar fiebre o dolor en el sitio de la inyección; creo que la elección es segura.


Mito5:

Los laboratorios solo buscan ganancias

Claro que la industria farmacéutica busca generar ganancias, es un negocio. Sin embargo, en el caso específico del desarrollo de las diferentes vacunas contra COVID-19 la industria ha manifestado que lo importante son las personas; mas allá de la ganancia. Cientos, tal vez miles de médicos, investigadores y científicos de diferentes ramas han dedicado interminables horas a difundir la información necesaria para el desarrollo de la vacuna; desde el descubrimiento de su estructura genética hasta confirmar o descartar los probables tratamientos. El avance científico lo logran las personas, respaldadas por empresas.


Son tiempos difíciles, llenos de retos y vicisitudes; y son precisamente esas circunstancias las que nos fuerzan a ser mejores personas. Vemos cómo la vida cambia frente a nuestros ojos, mostrando lo mejor y lo peor de cada uno. Aún así, creo firmemente que debemos apoyarnos en la ciencia. Confiar en los investigadores, que dedican su vida a ello.

Estamos escribiendo la historia a cada paso y hacemos camino al andar. Seamos valientes y responsables, porque aunque estamos viendo la luz, la oscuridad aun no se acaba; lo que pase a continuación dependerá de nosotros, de utilizar las mejores herramientas disponibles para lograr ponerle fin a esta pandemia. ¡Ahora, vamos adelante!

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