A menos de un mes de las elecciones presidenciales en México, Claudia Sheinbaum, Xochitl Gálvez y Jorge Máynez, aterrizaron este 28 de abril en una cita que parecía ser la última oportunidad para los dos candidatos en la retaguardia, de acercarse a la representante del partido oficial. Así fue el encontronazo en el segundo debate presidencial en México, hubo mucho ruido, y pocas propuestas.
¿Cómo llegaron las candidatas y el candidato al segundo debate?
Al escenario — que esta noche se asemejó más bien a un ring electoral mediático en vez de una zona de debates— arribaron una candidata de la oposición ansiosa de propinar algunos golpes certeros que la acercaran en el tablero de la batalla porcentual; un Máynez relajado, sin presión y bien sabedor de su mediano papel; y una Claudia Sheinbaum de que ya se sabía que —como un equipo de soccer aventajando 2-0 en el segundo tiempo de un partido del Mundial— iba simplemente a cuidar su ventaja y a esperar un contragolpe que le permitiera dejar noqueada a Xochitl Gálvez, su contrincante más cercana.
¿Lograron sus objetivos?
No, ni Xóchitl acabó en la lona, ni Claudia se preocupó de más (Máynez con más de lo mismo, sin muchas sorpresas).
Con las casas encuestadoras como Mitofsky mostrando entre 20 y 25 puntos de ventaja a favor de la candidata de Morena (Movimiento Regeneración Nacional) y una que otra (la encuestadora México Elige, por ejemplo, denostada por ser una agencia cercana a la representante del PRI-PAN-PRD) asegurando “pocos puntos de diferencia” entre las dos candidatas, comenzaron los movimientos en el tablero del debate. Máynez por su parte, con un 9% en promedio en las estadísticas, llegaba con el reto de subir a dos dígitos su porcentaje (spoiler: no, no lo logró).
Tras la tibieza e inseguridad mostrada en el anterior debate, Gálvez dejó claro previo al debate, que llegaría “siendo ella misma”, y que se desmarcaría de los partidos. Lo cierto, y no sabemos si por un error de cálculo, es que muy temprano reconoció representar al PRI, PAN y PRD, perdiendo una oportunidad histórica —pero complicada en el papel de llevarse a cabo— de replantearse como candidata ciudadana. Lo primero que se notó de ese cambio de ruta, fue que dejó el traje sastre en casa y portó su clásico huipil (al menos no llegó vestida de botarga ni en bici).
Jorge Alvarez Máynez por su parte, se presentó un tanto envalentonado (sin excesos como los de su paisano El Bronco) sabiéndose un poco (sólo un poco) más popular que al inicio de la contienda electoral—en parte por el éxito viral de la pegajosa canción de su campaña, que dejó claro que si en algo son buenos en Movimiento Ciudadano es en hacer buenos jingles políticos— y con un discreto apoyo hacia Sheinbaum — antes del debate, circuló una foto de él mismo en una versión más joven, al lado de López Obrador—, que no deja dudas de que su —supuestamente disimulado— papel es apoyar sutilmente a Morena (y no extrañaría que si las cosas se pusieran complicadas en las encuestas para la 4T, declinara en favor a este partido, cosa que se antoja improbable porque en el post-debate, el dirigente nacional del PRI le pidió que se pasara de su bando o se retirara). Claro, pero gris y con una sonrisa falsa que parecía creada por un AI de picnic en el Valle Inquietante.
Y sí, como lo predijeron los oráculos digitales, una Sheinbaum instalada en su papel de puntera, que se mostró tan ecuánime (“de hielo” dirán sus detractores) como en el primer debate, aunque por momentos enganchada a su contrincante, quien no dudó en atacar con toda su artillería y con un poco más de seguridad que en el encuentro previo, sin lograr hacer tanto daño como el que quizás estaba previsto en la bitácora de guerra. Hubo momentos en que la candidata del partido oficial se noto alterada e incluso, contraatacó y se salió del guion que seguramente estaba presupuestado, al responder frontalmente los embates. Incluso, por momentos se mostró ligeramente errática (confundió pesos con dólares, por ejemplo), pero se supo recomponer.
Los errores y los aciertos de Xochitl
Los aciertos de Xochitl:
1. Volvió a ser la candidata aguerrida y crítica que sus simpatizantes no pudieron ver en el primer debate (y no cometió pifias como pegar chicles, aunque sus gesticulaciones burlonas no iban mucho al caso).
2. Se mostró más segura y articuló mejor sus frases que el debate anterior. Además, esta vez no cometió errores graves (como “preguntarle a las personas que murieron”) que se convirtieran en tendencia viral en su contra.
3. Su frase: “A mí ningún hombre me da instrucciones”, atinó en el clavo, y dio la razón a sus seguidores más radicales quienes aseguran que su rival sí recibe instrucciones directas del presidente.
4. Criticar abiertamente el sistema de salud —una de las debilidades de la llamada Cuarta Transformación, le dejó dividendos mediáticos—. Además, hacer lo propio con otro Talón de Aquiles de Claudia Sheinbaum: el accidente del Metro en la CDMX durante su gestión en la capital, que era algo que sus simpatizantes esperaban y vieron cristalizado cual meme que cobra vida.
5. Su cierre: “Despierta, si podemos construir el México que nos merecemos» fue efectivo y podría mover las conciencias de algunos indecisos desmotivados por las encuestas que, según El País, otorgaban hasta el mes pasado a Sheinbaum, un 89% de probabilidades de ganar las elecciones.
Los errores de Xóchitl:
1. No desmarcarse de los partidos al menos de forma simbólica, ni asumirse como candidata ciudadana. Era su oportunidad y la dejó ir (a su favor, hubiera significado también una ruptura institucional, pero le hubiera dado alas de otro tipo).
2. No dejar claro la forma en que cumpliría sus propuestas de campaña en cuanto a recursos financieros. Su propuesta de que “no pagarán impuestos los que ganen menos de 15 mil” es poco real y financieramente imposible.
3. Reconocer que tuvo varios contratos mientras era servidora pública, lo cual es ilegal. Además, otra falla, fue proponer usar el ex lago de Texcoco como almacenaje, sin conocimiento de causa (las reservas de H20 del lugar, son saladas).
4. Si bien apelar nuevamente a esa espontaneidad que la convirtió en un personaje popular cuando fue lanzada como candidata le sumó algunos puntos, Xóchitl se percibió poco controlada por momentos. Su frase: “Ahorita vas a ver lo que te voy a decir” se ha vuelto uno de los memes del momento.
5. Se notó que le afectó que su oponente se refiriera a ella —igual que en el primer debate— como “la candidata del Prian” y no por su nombre. Su contraataque: bautizarla como “la candidata de las mentiras” o “Claudia, mentirosa serial” e incluso “narco-candidata” (el mismo Ciro Gómez Leyva, acérrimo crítico del gobierno actual, la cuestionó al respecto en su noticiero). En el debate anterior, el intentar posicionarla como “la dama de hielo” (como ya anotamos) tampoco no fue tan efectivo y el hashtag no fue relevante.
Los aciertos de Claudia
1. No salirse del guion —más que por momentos— y poder recomponerse cuando recibía ataques que —efectivamente— la desestabilizaban. Su respuesta: “El único narcogobierno que ha existido declarado es el de Felipe Calderón, del PAN”, sin duda caló hondo en el panismo.
2. En 2018, AMLO llamó “Ricky Riquín Canallín” al panista Ricardo Anaya durante el debate. Claudia replicó el estilo chiste al mencionar a cierto grupo innombrable —por instrucciones del INE— como “la priandilla inmobiliaria”. Al menos, en las redes, la broma funcionó.
3. Apelar a los beneficios sociales que ha dejado el gobierno actual, y que ella quiere continuar.
4. Recalcar el incremento al salario mínimo y la estabilidad del peso frente al dólar estadounidense, en la actual administración (y el crecimiento pese a la pandemia).
5. En general, y como se tenía previsto, la candidata del partido Morena, apostó por administrar su ventaja y actuar con seriedad ante la evidente necesidad de sus rivales de remontar la carrera.
Los errores de Claudia:
1.La aceptación del presidente sigue siendo fuerte a nivel nacional en México —sobre todo por los programas sociales— fue la esencia de su propuesta (junto a logros que dividen opiniones, como el Tren Maya) en esta ocasión, sin embargo, su discurso basado en los logros del presidente, puede ser un arma de doble filo ya que para muchos, la mostró dependiente y no con una propuesta propia.
2. Se enganchó por momentos, y en vez de ignorar la ola de ataques, contraatacó en el mismo tenor y si bien, funcionó parcialmente, el permanecer ecuánime la hubiera mostrado más presidenciable.
3. Dar algunas cifras inexactas y evadir algunas preguntas. Tampoco reírse de su rival—aunque lo ameritara el momento— fue muy acertado mediáticamente hablando.
4. Proclamarse anticipadamente como ganadora del debate…en pleno debate. Movimiento un poco innecesario que revela un exceso de confianza que no suele caerle bien a cierto sector del electorado mexicano.
5. Concentrarse demasiado en la clientela electoral —esa que va a votar por ella pase lo que pase y a quienes ya no debe convencer— y no intentar acercarse a los indecisos, a esos que tampoco votarían por el PRI o el PAN pero que odian a AMLO. Le faltó un poco de labor de convencimiento, cosa que se entiende cuando hay que concentrarse en desplegar un escudo contra los ataques permanentes.
Los errores y aciertos de Máynez
De Máynez, no hay mucho que decir. Quizás su mayor acierto fue la señal de “I Love You” que hizo con la mano, pero como “no sólo de memes vive el hombre”, su presencia fue más bien anecdótica.
Otro error: Ser tan obvio en el apoyo (supuestamente disfrazado) a la 4T. como actor, no se la crees.
Acierto: Entender cuál es su papel y navegar con esa bandera sin más preocupaciones.
¿Quién ganó el debate? Qué dicen las encuestas y los analistas
El formato del segundo debate se basó en preguntas hechas por la ciudadanía, las cuales fueron recogidas en plazas públicas de los 32 estados y previamente elegidas por el INE. Como era de esperarse, los tres equipos: el de las candidatas y el del candidato, se proclamaron como vencedores.
Encuestas como la de la firma Mendoza Blanco y Asociados (MEBA), revelaron que (con el 54.4% de los televidentes encuestados a favor) la candidata presidencial de Morena ganó el debate. Otro sondeo realizado por Demoscopia Digital el mismo domingo 28 de abril, mostró que el 70.1% de los mexicanos encuestados consideró que la ganadora fue Claudia Sheinbaum; prácticamente solo la encuesta de Massive Caller (quien ostenta una novedosa forma de medir las opiniones, basada en robótica e Inteligencia Artificial) dio como ganadora a Xóchitl Gálvez y, como era de esperarse, Máynez no figuró como vencedor en ninguno de los resultados.
Finalmente, este ejercicio de debates si bien son sanos para la democracia, no han demostrado ser concluyentes en cuanto a cambiar los resultados de forma drástica. Aunque la experiencia de 2006 cuando AMLO no se presentó al debate (episodio que fue recientemente recordado por el hijo de FCH), sin duda, han demostrado que una ausencia en estos foros sí que puede ser desastrosa por más idílico que parezca el escenario. Por ello, es justo declarar en esta ocasión, un empate técnico y si hacemos una analogía de una pelea de Lucha Libre mexicana, ya cada espectador decidirá cuál de las candidatas fue “la ruda” y cuál “la técnica”.
